Aprendiendo a desaprender...


A lo largo de toda vida humana, existen ciertos instantes en los que toca enfrentarnos a un sinfín de pensamientos y cuestiones existenciales, podríamos bautizarlas como crisis personales por llamarlas de alguna manera, aunque en la mayoría de los casos, lo más sencillo resulte hacer “oídos sordos” a lo que quizás sea una llamada urgente a establecer “un antes y después”… un punto clave para hacer grandes cambios… el momento de reescribir el rumbo de nuestra historia…

En el instante que uno toma conciencia de ello, lo más probable que suceda es que nuestro sistema de valores y creencias se resquebraje, haciéndonos entender que ha quedado obsoleto, que ya no nos sirve creer y actuar como lo veníamos haciendo hasta ahora. En consecuencia se genera la necesidad de establecer cambios en nuestros pensamientos y acciones que nos conduzcan por un camino diferente, y ello requiere en ocasiones, aprender a desaprender ciertos patrones y conductas, ya que de lo contrario, nuestra mente estaría  constantemente en conflicto 

Podríamos tomar como metáfora de ello, lo complicado que resultaría, por no decir imposible, escribir en una libreta que ya tiene todas sus páginas llenas. Si escribimos sobre lo escrito, el resultado será lo más probable, garabatos ilegibles y sin sentido. Por lo tanto, si deseamos añadir algo nuevo a nuestra libreta, no queda más remedio que borrar parte de su contenido para dar espacio a las nuevas incorporaciones que deseamos añadir. 

Sería idílico que este proceso funcionara como un interruptor que nos facilitara el resultado final, pero lamentablemente no es algo instantáneo, más bien todo lo contrario, puede llevar su tiempo, el saber seleccionar qué contenido de las páginas deseamos eliminar y que vamos a establecer en su lugar. Lo cierto es que no resulta nada sencillo aceptar que nuestro sistema de valores ya no nos sirve y necesita ser modificado, y, desde el momento que tomamos conciencia de ello, hasta que nos hacemos con la capacidad de tomar acción en consonancia a nuestra nueva forma de ver las cosas, se formula un proceso complejo en el que pueden invadirnos continuamente inquietudes, dudas, incertidumbres… 

Quizás uno de los primeros pensamientos que nos invada ante la ardua tarea que se presenta, sea el cuestionarnos si  realmente es una necesidad el reescribir su contenido o forma parte de una locura momentánea que se ha inventado nuestra cabeza. Quizás nuestra faceta más “perezosa” por llamarla de alguna manera, intente hacer caso omiso a esa necesidad de “ocupar” nuevos contenidos en nuestra libreta, lo que conllevaría el primer boicot hacia nuestro ser… el autoengaño…

En medio de este proceso puede entrar en juego decisiones tan importantes como el replantearnos el tipo de relación que mantenemos con nuestro entorno, y es que en ocasiones, parece ser que nos olvidaramos de establecer ciertas propiedades… No se trata de volverse egoísta, pero sí priorizarse a uno mismo con el fin de autoeducarse, y en consecuencia, poder disfrutar de una convivencia más selectiva y placentera con el resto de seres que nos rodean, aunque a veces como consecuencia se requiera distanciamiento hacia ciertas personas...

Al establecer pensamientos y acciones contradictorias a lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, y el estar expuestos ante posibles críticas de nuestros entorno por dichos cambios, es muy probable entrar en continuo juicio hacia uno mismo y boicotearnos nuevamente sobre si es la dirección correcta. Debemos entender la diferencia entre actuar mal y actuar diferente, entendiendo por ésta última algo totalmente aceptable y en consonancia a nuestra nueva aptitud ante la vida, por muchas críticas que ello conlleve…

Ahora bien, centrándonos en lo que ocurre en nuestra cabecita, por lo general, todo pensamiento presente, está relacionado con un acontecimiento pasado, es decir, lo relacionamos con alguna experiencia vivida o con lo que hemos aprendido anteriormente respecto a ella. Si existiera predisposición a sentir miedo ante una circunstancia determinada, probablemente será porque en el pasado tuvimos alguna experiencia negativa relacionada con dicha circunstancia, por ejemplo, si tengo miedo a las cucarachas quizás sea porque aprendí que es algo que da miedo/asusta al ver esa reacción en otras personas (patrones heredados) o porque yo misma pude haber experimentado algún episodio desagradable con ellas… este podría resultar un ejemplo básico y sencillo de entender.

Nuestra mente, no tiene un botón de pausa, y por lo general procesa de forma automática las situaciones en base a nuestro aprendizaje anterior. Por ella navegan toda clase de pensamientos. Quizás los más complicados de gestionar sería los directamente involucrados con nuestras emociones, aquellos que nos hacen sentir bien o mal, los que generan nuestras decepciones, ira, ilusiones… y que asu vez, desembocan en nuestras acciones. Nuestras emociones nacen desde nuestros pensamientos, por lo tanto, todo lo pasa por nuestra cabeza, afectará a nuestro estado de ánimo y nuestra forma de actuar… por lo tanto, si tuviéramos capacidad de seleccionar y dominar nuestros pensamientos, tendríamos la llave dirección a la felicidad… y si, aunque suene bastante idílico, quizás no esté alejado de la realidad...

Debemos entender que un patrón aprendido no debe simbolizar un peligro real, y tampoco una verdad absoluta, ya que distintas circunstancias relacionadas con un mismo objeto, pueden no causar el mismo resultado. En el instante que llegamos a comprender esto, podemos llegar a la conclusión de que muy probablemente nuestros pensamientos no son reales… tomar conciencia de ello, facilitará visualizar nuestro presente de una forma más limpia y  objetiva.

Ser conscientes de que nuestros pensamientos no guardan relación con la auténtica realidad, aceptarlos, y actuar en consecuencia de una forma distinta a la que gestionaríamos si tuviéramos esos pensamientos como reales,  forma parte de ese proceso de “desaprender”... desaprender la manera de gestionar nuestros pensamientos, y en consecuencia, la manera de gestionar nuestras acciones, tal y como lo veníamos haciendo hasta ahora.

Para llegar a poder aprender a desaprender, a intentar modificar todas esas creencias aprendidas, toca una vez más, permanecer totalmente en el presente, aquí y ahora, pues únicamente es ahí, cuando podremos tener el juicio exacto para entender y procesar nuestro desaprendizaje, y entonces, actuar en consecuencia.


Creando nuevos pensamientos… Forjando nuevos rumbos...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Crónicas de un año para el renacimiento...

La oveja descarriada...

¡Que viva la mierda!